Bueno pues todo comenzó muy románticamente, con un novio muy querido hasta hoy, en aquellos tiempos de la universidad y las ganas de abrir un espacio para atender niños y adultos en terapia, desde luego que para ello invertimos lo poco que íbamos teniendo, se pidieron prestamos, nos donaron algunos materiales para nuestro espacio, desde una sala, sillas, papelería y muy emocionados iniciamos lo que en su momento se llamó SEAN y posteriormente Consultoría SEAN y así duramos más o menos unos 5 años, con mucha gente interesada en recibir ayuda pero si disposición a remunerar nuestro trabajo. Realizamos diagnósticos, tuvimos cursos de verano, taller de tareas por las tardes, talleres de diversos temas, arte terapia para adultos, seguimiento vocacional, mandamos a hacer nuestras primeras tarjetas ¡divinas!, lápices y volantes para obsequiar a nuestros consultantes y a los lugares a los que nos invitaban o llamaban para dar alguna conferencia y ¿Qué creen? Seguíamos sin clientes frecuentes o constantes, iban y no volvían, se daban de alta solos, parecía que nada funcionaba.

Fue difícil, frustrante, deprimente, fue un ir contra corriente por mucho tiempo, fue para ambos, un darse cuenta de que por más listo que estés profesionalmente, emocionalmente y tuviéramos un espacio especial, limpio, bonito y adecuado para recibirlos en tu espacio, simplemente no llegan. Y bueno, con el seguir del tiempo me especialicé con una maestría en psicoterapia, obtuve muchas más herramientas específicas, mucha más confianza en mí misma y algunas oportunidades más para al menos poder contagiar a través de pláticas y algunos talleres lo que si sabía y lo que además disfruto hacer que es ayudar a que las personas estén y se sientan mejor. 

Y entonces al no poder generar ingresos de nuestra profesión (ya con maestría culminada, peor aún) se cruza en mi camino una oportunidad laboral como docente de preparatoria, la cual desde luego decido tomar y aventurarme en algo que no era lo mío (creí en ese momento al no tener previa experiencia como tal, ni ser formada para ello), e inicio dando clases a cientos de jóvenes durante 5 años, durante los cuales de manera implícita pude también aplicar algunos de mis conocimientos profesionales, así también me dan la oportunidad de dar algunos talleres a padres y alumnos donde me sentía como pez en el agua, si bien no eran mis clientes, me daba experiencia, soltura, desde luego alegría y emoción, entonces me sentía compensada pues tenía un sueldo como maestra, pero un sueldo también emocional al ver que podía y sabía hacer lo mío para cientos de personas más, sumado a las terapias de pasillo con los jóvenes donde dejaba incrustado mi granito de arena para una mejor decisión, o aminorar una tristeza, impulsar su confianza, etc. 

Después de 5 años, dejo está experiencia y viaje como docente, lo cual debo decirles que no esperaba ni consideré, pero así es la vida, ahora luego de algunos meses de trabajar mi duelo al respecto, puedo decirles que agradezco la oportunidad pasada, fue algo que disfrute aunque de igual manera no planee jamás y hoy por hoy entiendo que la vida te va dando ciertas pautas y que todo llega o tú lo alcanzas cuando es el momento y estás listo, así como el video juego donde vas logrando niveles conforme a la experiencia y a muchos intentos fallidos previos. Hoy por hoy, sé que tuve que haber vivido y pasado cada una de las situaciones y vivencias anteriores para que surgiera PAI, para poder decirles que si han llegado a mi consultantes, algunos han permanecido, algunos más me siguen recomendando, y he crecido mucho como profesional de la salud, fácil no fue, eso me queda claro, pero es muy satisfactorio a pesar de los descalabros, vaya que lo es.

Y bueno, así es como hoy soy PAI una psicoterapeuta agradecida con la vida, el tiempo, las personas y lecciones puestas en mi ruta, agradecida con quienes han creído y continúan creyendo en mí y cada día más enamorada de mi profesión.